Si
bien es cierto que hoy en día existe en
el país una serie de lineamientos generales respecto a la política ambiental,
también lo es que éstos parecen diluirse en la medida en que se va descendiendo
en las diferentes actividades económicas y en su perspectiva regional, dando la
impresión de haberse creado un sector independiente alrededor de la temática
ambiental y no, como debería ser, un criterio fundamental en la definición de
políticas en cada sector.
El
sector agropecuario y todas sus instituciones no han sido la excepción, a pesar
de tener en el proceso, por una parte, una responsabilidad casi paternal en el
desarrollo de una política ambiental, y por otra, como ya se había mencionado,
situaciones que lo marcan como uno de los sectores más involucrados en el
deterioro ambiental. Precisamente del reconocimiento de la complejidad propia
de la política agropecuaria y rural, se desprende que es en el sector
agropecuario y rural donde el reto de crear una conciencia ambiental que garantice
un desarrollo humano sostenible es más necesario, urgente y difícil de
conseguir.
Modelo
de sustitución de importaciones
El
modelo de sustitución de importaciones, también conocido como de Desarrollo
"hacia adentro", acogido casi sin excepción en la región, inspiró la
formulación de políticas económicas en América Latina desde los años cincuenta.
(15)
Bajo
este modelo, el sector agropecuario cumplía un papel secundario frente al
proceso de industrialización acelerada que debería jalonar el desarrollo y el
crecimiento. En este sentido, se buscó un sector agropecuario de mayor
crecimiento para cumplir su función primordial de proveer recursos para el
resto de la economía; así, para los años cincuenta, y con el fin de aumentar la
productividad, se recomendó impulsar la mecanización de la agricultura y
favorecer la transferencia de tierras de ganadería extensiva a la agricultura,
sin hacer mención explícita de los aspectos redistributivos, de empleo y mucho
menos de consideraciones ambientales.
El
Plan para la década de 1960/1970 hizo hincapié en la importancia de la reforma
agraria. A1 mismo tiempo se mencionaba la importancia de la agricultura
comercial y de la ganadería, como rubros más dinámicos dentro del sector, y
nuevamente se defendía la mecanización como instrumento para elevar la
productividad. Apenas para entonces surgía la preocupación por la distribución
del ingreso rural.
El
inicio de la década de los setenta se caracterizó por volver a colocar en un
lugar prioritario la reforma agraria y por la inclusión y el papel que empezaron
a jugar los insumos mejorados como mecanismo para incrementar la productividad
, (16) el inicio de la denominada Revolución Verde.
Este
esquema, basado en postulados unilaterales de intensificación de la
productividad y su inserción acrítica en el medio colombiano, que junto con
elevadas tasas de crecimiento poblacional, la "explosión" urbana de
los últimos 20 años, esquemas inequitativos de acceso y tenencia de la tierra,
y políticas y programas de colonización y desarrollo rural generalmente diseñados
sin ninguna consideración ambiental, se afianzaron a finales de los setenta y
en la década de los ochenta, permaneciendo en mayor o menor grado hasta la
actualidad. |Ir Arriba...|
El
nuevo Modelo de desarrollo
A
pesar de que las políticas adoptadas bajo el esquema de sustitución de
importaciones pretendían buscar incrementos de productividad, durante la década
de los ochenta, el estancamiento en las tasas de crecimiento y productividad de
la economías latinoamericanas pusieron en evidencia las crecientes limitaciones
del modelo de desarrollo "hacia adentro". La respuesta en países como
Chile, Bolivia, México y Colombia fue poner en marcha un nuevo modelo basado en
la inserción de las economías en los flujos del mercado internacional, modelo
de desarrollo "hacia afuera". (17) En este nuevo escenario, la
problemática ambiental derivada de los modelos de desarrollo anteriores se debe
enmarcar en el contexto de la globalización y regionalización de los mercados,
debido a la presión que la competencia ejerce sobre mayores niveles de
producción y por ende mayor consumo de recursos, dada una determinada
estructura tecnológica.
Desde
un punto de vista general, el funcionamiento de la economía de mercado y su
expansión permite pensar que el modelo de desarrollo es insostenible, teniendo
en cuenta que se fundamenta en el consumo no retributivo de recursos, y que los
sobrecostos generados por el desgaste de los factores productivos pondrían, a
corto plazo, en un plano no competitivo a las empresas.
De
no lograrse un equilibrio adecuado entre la oferta y la demanda de productos
agropecuarios y pesqueros, será difícil conseguir un equilibrio entre la oferta
y la demanda de productos. Actualmente las tendencias del comercio en una
perspectiva sostenible insistirán en que los países ricos en biodiversidad,
como el nuestro, establezcan conductas de explotación racional de los recursos
naturales, siendo cada vez más rigurosos con las medidas ambientales exigidas
para posicionar nuestros productos en los mercados internacionales.
La
globalización de la economía tiende a generar un mayor flujo de información
sobre los riesgos de ciertos productos sobre la salud, el ambiente y la
biodiversidad; es por ello importante insistir en la necesidad de avanzar en el
desarrollo de actividades productivas de manera selectiva que puedan responder
a las exigencias cada vez mayores de calidad ambiental de los productos
ofrecidos al mercado. En este sentido, el problema fundamental se centra en
cómo obtener una compatibilidad entre el desarrollo sostenible y un sector
agropecuario competitivo.
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